Esta semana la prestigiosa revista especializada Alimarket Energía publica en la sección “A destacar” una tribuna de opinión del Director de EDE Ingenieros, Mariano Sánchez titulada “La energía, en el ADN de la actividad industrial”. Lo reproducimos a continuación:
La energía, en el ADN de la actividad industrial
La energía es un factor básico de la vida misma y está tan íntimamente unida a todo tipo de actividad que muchas veces pasa desapercibida. Esta ubicuidad de la energía, sin embargo, no es percibida de igual forma en todos los ámbitos de la actividad empresarial.
En la actividad industrial, hoy en día, hay mucho interés en el ahorro energético, ya que se percibe como un componente fundamental de competitividad. Esta cultura de la eficiencia energética atiende a consideraciones de distinta índole; tanto económica, por el coste de la energía que se está incrementando notablemente, como medioambiental y social.
Sin embargo, mi impresión es que en muchas ocasiones se considera la energía como un aspecto esencialmente unido a la actividad productiva y -por lo tanto- limitado a ella, más que como un vector transversal que recorre todos los procesos en la empresa y que obliga a tenerla en cuenta en todas las actividades empresariales.
Bajo este punto de vista, en el que la energía forma parte del ADN de la actividad industrial, todos los aspectos tienen su implicación y su impacto en el ámbito energético:
- En la compra de nuevos equipos o instalaciones, evaluando el interés de adquirir equipos más eficientes, no solo por su repercusión económica sino también por los efectos positivos en el medio ambiente y el RSE.
- En el diseño de las instalaciones, posibilitando que se puedan operar y desconectar con eficiencia, permitiendo que se pueda medir con facilidad sus consumos energéticos (y de otro tipo) y favoreciendo la gestión energética; ya que -al fin y al cabo- el que no ve, no mide, no registra y analiza, no puede gestionar.
- En los procedimientos de los usuarios, conociendo y entendiendo los procesos y actuando en consecuencia para que el consumo energético se reduzca en la medida de lo posible.
- En el mantenimiento, respetando el diseño inicial, reponiendo los instrumentos estropeados, revisando las partes de la instalación que pueden ocasionar pérdidas aunque no afecten al proceso productivo.
Esta filosofía de la energía como vector transversal de la actividad se puede aplicar a otras áreas de empresa que aparentemente poco tendrían que ver con ella, como la ingeniería de planta, la documentación de las instalaciones y su legalización. De hecho, estos aspectos, que en numerosas ocasiones se relegan a un segundo o tercer término, están muy relacionados con el correcto planteamiento de las instalaciones y su eficiencia energética.
A lo largo de los 25 años que llevo trabajando en el campo de la ingeniería en diversos sectores industriales, me he encontrado con la falta de información actualizada con más frecuencia de la que desearía, teniendo como consecuencia encarecer y dificultar las reformas que se deseaban acometer. El problema, en muchas ocasiones, surge de que partiendo de una instalación correctamente diseñada, posteriormente, en el día a día, metidos en las urgencias que impone la «necesidad» de hacer las cosas para “ya”, se abordan reformas sin la debida planificación, alimentando equipos del cuadro más próximo, tomando el aire comprimido de la línea que pasa más cerca, etc. a todos nos resultan familiares este tipo de situaciones.
Esta forma de proceder acarrea diversos problemas, entre otros:
- Después de un tiempo, la información no está actualizada, lo cual complica el diseño y la valoración de las reformas que se desean realizar.
- Las líneas de aire comprimido, vapor, agua, etc. pueden pasar a estar infra dimensionadas, lo cual acarrea problemas de diverso tipo y en ocasiones se complica con la inexistencia de instrumentos de campo que puedan dar información sobre lo que está pasando en planta.
- Se complica el poder implementar una política de medición de consumos por líneas o procesos de interés, ya que se están alimentando de diversos puntos.
Todos estos aspectos que en el día a día no se tienen suficientemente en cuenta tienen sus implicaciones energéticas: ¿Cuánto se está perdiendo por no estructurar las instalaciones según los criterios de interés de la empresa? ¿Cuántas paradas e incidentes se producen por falta de criterio y de método? ¿Cuanta energía se pierde innecesariamente?
Hoy en día asistimos al furor de los sistemas de gestión empresarial avanzados, que sin embargo, no se aplican en la misma medida a la gestión técnica, energética, medioambiental, tal y cómo sería deseable. Desde este punto de vista, la inversión en ingeniería, que en ocasiones se percibe como mero gasto, es un plus energético de largo alcance.
Mariano Sánchez, director de EDE Ingenieros